La disminución del uso de energías fósiles sustituyéndolas por otras no contaminantes para evitar los dañinos efectos del cambio climático, es un proceso que está resultando más lento de lo esperado, aunque, no por ello, dicha transición se debe parar.
A nivel mundial, durante 2.019, las tres cuartas partes de las nuevas instalaciones generadoras de electricidad utilizaban fuentes de energía solar, eólica o hidráulica, quedándose reducido el porcentaje de las plantas productoras de energía fósil a un simple 25% (datos ofrecidos por BloombergNEF).
De todas esas instalaciones de energía limpia, prácticamente la mitad, un 45%, eran plantas solares fotovoltaicas. Este crecimiento dentro del mercado se ha debido a los innegables progresos en el campo de la tecnología fotovoltaica, lo que ha generado un doble beneficio:
- Los costes han disminuido radicalmente.
- Año tras año, se ha multiplicado por quince la cantidad de GW fotovoltaicos que se han estado vertiendo a la red desde 2.010.
Además, el avance de la electricidad solar se refleja igualmente en la capacidad productiva utilizable, ocupando el cuarto lugar en el ranking mundial de las fuentes de energía eléctrica, aunque a mucha distancia del carbón, el gas y la hidroeléctrica.
El año pasado, los daneses fueron líderes internacionales en la producción de energía solar y eólica, superando el 50% de la energía total producida. Detrás de ellos, estuvieron los irlandeses (33%), uruguayos (solo un 1% menos que los anteriores) así como los portugueses e ingleses, empatados con un 28%.
Si bien es cierto que las naciones más desarrollados ocupan la cabeza del ranking, algunos países emergentes como Mauritania, Namibia u Honduras están escalando posiciones progresivamente en los últimos años.
Esta “popularización” de la tecnología fotovoltaica, favorecida por su gran abaratamiento, ha contribuido a que esté al alcance de residentes y empresarios, así como de las grandes empresas productoras de electricidad y este fenómeno está ocurriendo a nivel global.
En este sentido, la producción solar y eólica también se ha extendido entre las naciones en desarrollo, con 4 de ellas, Chile, Colombia, México y Turquía, a la cabeza de la mayoría las nuevas plantas productoras de energía proyectadas en el último trienio.
A pesar de todos estos datos y su espectacular desarrollo (que proseguirá durante los años venideros y que no ha podido ser frenado por el coronavirus), la energía eléctrica fotovoltaica constituye únicamente un 3% de la electricidad mundial. Se ha multiplicado por 17 la producción de hace una década, pero continúa siendo una cantidad muy pequeña para poder llegar a frenar el calentamiento de nuestro planeta con la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según BloombergNEF, mientras China mantiene un aumento sostenido de emisiones de gases contaminantes (suponiendo más del 35% del total), a nivel mundial, solo se redujo dicha emisión en un 1,5% en el resto de países, durante 2019.
“Los países más ricos se están retirando rápidamente las plantas de carbón más antiguas e ineficientes porque no pueden competir con nuevos proyectos de gas o energías renovables”, señaló el máximo responsable de BloombergNEF en América. “Sin embargo, en los países menos desarrollados, especialmente en el sur y sudeste de Asia, las plantas de carbón nuevas y más eficientes siguen en funcionamiento, a menudo con el apoyo financiero de los prestamistas chinos y japoneses”.
Desde aBalados pensamos que es importante conseguir que estos países, con China a la cabeza, dejen de seguir utilizando el carbón como principal fuente de energía para pasar a generar energía limpia a partir del sol o del viento, de manera que, entre todos, logremos acelerar la implementación de centrales eléctricas no contaminantes que frenen el cambio climático. No es una cuestión meramente económica, sino que la vida de nuestro planeta está en juego.