La reciente eliminación del llamado “impuesto al sol” (Real Decreto-ley 15/2018, de 5 de octubre) ha posibilitado que se abra la lata al autoconsumo. Antes, ese peaje hacía la inversión inviable. Después de diez años, ha llegado el momento en el que la energía solar fotovoltaica se haya puesto al nivel de otro tipo de renovables como la energía eólica, siendo posible la proyección y ejecución de instalaciones sin la existencia de primas económicas.
En este tiempo, las empresas promotoras e instaladoras han incorporado, entre sus proyectos de energías limpias, enormes instalaciones generadoras fotovoltaicas cuyo coste se ha visto reducido a un porcentaje mínimo en comparación con lo que suponían hace una década y son, por otro lado, mucho mejores en efectividad y precios.
Ahora bien, esta evolución positiva no solo les beneficia a ellas, sino que por fin ha llegado el momento de que la industria y el sector residencial puedan igualmente sacar provecho de esta reducción de costes gracias al autoconsumo fotovoltaico que se basa en la generación de electricidad, por medio de instalaciones fotovoltaicas, en los mismos lugares en los que se consume, de forma que la energía generada sea utilizada por el propio usuario (industria o residencia), vertiendo a la red eléctrica general la energía sobrante y percibiendo por ello un beneficio económico.
El tema es simple desde el punto de vista técnico: montar placas fotovoltaicas en un tejado o azotea junto con la instalación de los demás materiales requeridos para finalizar la instalación, igual que hace años, con la diferencia de que se emplea directamente la electricidad producida, sin tener que recurrir a la red en los momentos en que la energía generada con la instalación fotovoltaica sea capaz de cubrir la potencia requerida por el consumidor.
Sin embargo, que la instalación funcione de manera óptima tiene su “intríngulis” ya que se debe minimizar la energía sobrante, vertiéndola a la red externa, es decir, será importante casar la curva de consumo con la de generación. Al mismo tiempo, es necesario estudiar en detalle la manera de disminuir los kilovatios contratados con el fin de poder ahorrar más, es decir, reducir al máximo el término fijo de la factura de la luz. Todo ello será posible si se desarrolla, de manera paralela, un plan de gestión de la energía con el que controlar su producción y consumo logrando reducir el gasto y optimizando la electricidad que se “autoconsuma”.
Evidentemente, es crucial mantener esta clase de plantas si se quiere asegurar el correcto rendimiento de lo invertido. Hablamos de realizar un mantenimiento cualificado y apropiado con procesos monitorizados, acciones preventivas y tiempos de reacción lo más reducidos posible para rentabilizar al máximo la instalación. Todas ellas acciones de O&M, además de los servicios como gestor energético, que nuestra empresa, aBalados, realiza para asegurar la viabilidad y durabilidad de una instalación.
Aun así, la mejora técnica de los paneles solares fotovoltaicos y de la optimización en la forma de almacenar la electricidad, siguen siendo un desafío hoy por hoy. También hay otros temas que tratar de tipo burocrático o administrativo sobre los que el gobierno tendrá que aportar soluciones o al menos un itinerario administrativo claro, no cambiante e independiente de la comunidad autónoma o compañía eléctrica que aplique.
Ha llegado el momento en que los usuarios, independientemente de la cantidad de electricidad que consuman, pasen a considerarse generadores de energía para autoconsumo en nuestro país. Hay que “instar” a los propietarios, comunidades de vecinos e industria a instalar placas para el autoconsumo y ello gracias a la tecnología fotovoltaica que respeta la naturaleza al mismo tiempo que reporta beneficios económicos por ello.